¡Cuánto ha cambiado el deporte en tan solo unas
décadas!! Su grado de aceptación y seguimiento lo han convertido en un
entretenimiento al alcance de todas las personas. Este crecimiento tanto
de practicantes como de seguidores ha alimentado el negocio creciente en este
campo tan amplio. A lo largo de la historia, el deporte ha sido manejado
como una práctica que ha marcado diferencias de sexo y clase
social. Afortunadamente, la actualidad de la realidad deportiva es muy
diferente a la de hace años atrás. Este cambio gradual en el tiempo se
ha producido por una serie de hechos que han facilitado el acceso a
la práctica y el consumo deportivo a todos los ciudadanos, así como la lucha
por la igualdad de oportunidades entre sexos y clases sociales, la inclusión de las personas con discapacidades en el deporte paralímpico, la instauración
de la cultura del deporte y la promoción en edad escolar como instrumento para
la transmisión de valores sociales y hábitos saludables.
Y aquí estamos, siendo testigos directos de cómo la igualdad de sexos en la práctica deportiva es una
utopía del pasado convertida en realidad. A una velocidad de
vértigo, la evolución de la sociedad hacia nuevas formas de ocio, han
contribuido a la creación de nuevas empresas de ocio deportivo, ofreciendo
un amplio abanico de servicios físico-deportivos para cubrir la demanda
generada por los ciudadanos/as e, incluso, generando necesidades deportivas
antes inimaginables para el gran público. Este cambio se ha visto acelerado por
la visión mercantil de los empresarios que han visto un potencial mercado
y más aún en el caso de las mujeres, un sector de población potencialmente
consumidor de deporte y de todo lo que rodea al mismo
(productos, equipaciones deportivas femeninas, espectáculos,
etc.).
Por tanto, nos encontramos con la ampliación del mercado de consumidores, aumentando las ganancias de las empresas dedicadas al mundo del deporte (marcas deportivas, gestores de servicios deportivos, nuevas tendencias, etc.) y en consecuencia, la introducción de la mujer en este campo.
Por tanto, nos encontramos con la ampliación del mercado de consumidores, aumentando las ganancias de las empresas dedicadas al mundo del deporte (marcas deportivas, gestores de servicios deportivos, nuevas tendencias, etc.) y en consecuencia, la introducción de la mujer en este campo.
Somos testigos de cómo se va desmontando la creencia sobre la incompetencia o falta de capacidad de la mujer para realizar actividades físicas. Un largo camino que nos han ido abriendo mujeres valientes en la lucha histórica para la concienciación de la sociedad en la necesidad de otorgar la igualdad de oportunidades para tod@s. Evidentemente, queda mucho camino por recorrer para conseguir la igualdad de oportunidades en cuestión de sexo, pues la huella que nos ha quedado grababa en la herencia de una sociedad patriarcal a lo largo de la historia, no cambia de la noche a la mañana.
Toda la luz que han traído estos cambios ha generado en contraposición, sombras en torno al deporte que nos invitan a la reflexión. La promoción deportiva es una ventana abierta a las oportunidades, pero también ha traído intrusismo e inseguridad en el sector. Una realidad que ya está puesta a debate y sobre la que se han tomado cartas en el asunto, aprobándose la próxima ley del Deporte en Madrid, cuyo fin es regular las profesiones deportivas, velar por el derecho de los usuarios para que reciban los conocimientos específicos y técnicas que fomenten una práctica deportiva saludable.
Recibimos a través
de diferentes canales de comunicación, una cantidad
de información tan grande en torno al deporte, que nos somos capaces de
digerir su abordaje. Víctimas de una sociedad de consumo y sometidos
a estrategias de marketing manipuladoras, nos han hecho creer
inconscientemente, que la realización de cualquier práctica deportiva es
fácil, como si de un caballo salvaje se tratara, y estuviésemos lo
suficientemente preparados y
capacitados para domesticarlo por voluntad propia e incluso
llegar a pensar que pudiera ser caballo ganador. Nada más lejos de la
realidad cuando nos damos cuenta de que ese caballo tiene un tratamiento muy
especial, nada fácil de domesticar, con características no tipificadas,
sin manual de instrucciones….
¿De quién es la responsabilidad final de la mala práctica deportiva? Todos en
conjunto somos responsables de lo que generamos. Todos los profesionales
del sector, ya sean entrenadores particulares,
de centros públicos o privados, consumidores, fabricantes y
organizadores de eventos deportivos, nos enfrentamos a una nueva etapa en
la que es necesario hacer un esfuerzo en la educación para la cultura del
deporte, tomar conciencia de la responsabilidad que nos corresponde,
siendo coherentes con la realidad, el tratamiento de la información y la imagen que
transmitimos, siendo conscientes de que no se trata de cosas materiales,
sino de la salud de las personas y esa, no se debe mercantilizar, sino mimar,
cuidar y proteger.
Pongamos por ejemplo el "running", un deporte que a priori,
cualquiera puede practicar. Es fácil lanzarse a correr si calzamos unas
estupendas zapatillas que amortiguan la pisada, la equipación de última
moda, el pulsómetro que indica las calorías quemadas, distancia recorrida y
velocidad alcanzada. Es fácil hacerlo si partimos con motivación, ganas de
mejorar y conquistar todos los beneficios que supone adquirir un hábito de vida
saludable. Ha sido fácil convencernos de que será sencillo hacerlo,
pero la gran mayoría, desconoce que en la iniciación, hay que seguir
una serie de indicaciones importantes. Por supuesto, no suele tenerse en cuenta
cómo lo vamos a realizar, cuándo, en qué medida, qué objetivos, planificación y
progresión vamos a seguir, sin tener en cuenta la edad que tenemos, nuestro
estado de forma actual, la trayectoria deportiva anterior, si las
expectativas son reales y lo que es peor, nos hacen creer que conseguiremos los
objetivos de forma rápida. Esa inmediatez que hemos aprendido y a la que
estamos acostumbrados, no se cumple en el caso de la práctica deportiva en la
mayoría de los casos.
No respetar los principios para asentar las bases de una práctica
deportiva saludable y adecuada en cada caso particular, conlleva a un alto
porcentaje hacia el abandono de la actividad (lesiones, dolores, sobreentrenamiento,
fatiga, estancamiento, falta de motivación,...) o a la práctica intermitente e
ineficiente de la misma y los riesgos para la salud. Ciertamente, la tarea más difícil a la que nos enfrentamos cada día en todos los aspectos de nuestra vida; encontrar el equilibrio.