El deporte es una lucha contra los límites. Una referencia hacia la lucha o confrontación que nada tiene que ver con la agresividad o violencia.
Confrontación significa que hay oposición y también una dualidad pues siempre se hará contra algo, alguien, o contra sí mismo. En esa lucha radica su esencia, su razón de ser, incluso si se desarrolla en un ambiente lúdico y recreativo. Incluso el deportista que practica su actividad física en soledad, se marca expectativas, objetivos,... mantiene una lucha muy íntima que no trata de ganar o perder y cuya respuesta está únicamente dentro de si mismo. La verdad se esconde en nuestro interior y por eso, el deporte es una herramienta para conectarnos con nuestro yo más íntimo, aunque a muchos esto les resulte una patochada. Al final, el éxito o el fracaso, la victoria o la derrota no dependen necesariamente del resultado final, sino de haber encontrado la armonía entre cuerpo, mente, espíritu y naturaleza (cuando la actividad se desarrolla en ella). Todos tenemos límites físicos, psíquicos, sociales o espirituales y los que en definitiva, nos hacen vulnerables. Pero también los que nos impulsan a superar y transcender más allá de la limitación sea cual fuere. La historia de la humanidad es un ejemplo de superación de límites que a priori, eran imposibles. La capacidad, el trabajo, la astucia, valentía y la tenacidad por nombrar algunos valores, han conquistado increíbles descubrimientos y hazañas de todo tipo.
Hay tantas variables en la consecución del fin que su conquista triunfal se convierte siempre en una aventura al encontramos sorpresas varias por el camino; cuestas que se atragantan, caminos que no esperábamos, lluvia, viento, frio, calor, agotamiento, imprevistos,.... Otras veces nos enfrentamos a incertidumbres, dudas, lesiones o cualquier imprevisto que altera la vida emocional y física. Nuestra reacción ante todo este conglomerado de sucesos hacen que se vaya forjando nuestro carácter. Los deportistas somos exploradores de límites y en ese ímpetu o ansia de salir de la zona de confort y buscar la superación de barreras, hay una extraordinaria fuente de crecimiento personal.
¿Te has dado cuenta de que la mejora no llega desde fuera?, la mejora llega desde dentro del deportista y sobre todo, cuando se realiza con un espíritu de libertad y gratuidad. El deporte es en esencia, una actividad libre y liberadora. Evidentemente, nadie nos pone una pistola en la cabeza cuando salimos a practicar cualquier actividad física, nadie nos obliga a subir a una bici, a una cima, a continuar la escalada de cuestas extenuadoras o exponernos a ciertos riesgos...
la competitividad mal entendida en todos los ámbitos de la vida es la que genera frustración y lucha de egos. En algunos casos, el exceso de ambición lleva a muchos deportistas a cruzar límites poco éticos y en algunos casos insalubres. Podemos tener motivaciones muy diferentes a la hora de hacer deporte y todas ellas son respetables y legítimas. Si bien todos los deportistas quieren alcanzar ese propósito personal deseado (superar marcas, perder peso, deporte-salud, objetivos puntuales,...) y ser competitivos nos ayudará a conseguir el resultado con mayor facilidad, la respuesta está en CÓMO se desarrolle esa competitividad negativa o positiva.
Cuando entramos en el juego de la comparación, en realidad estamos autoinmolándonos. Si bien es cierto que el deporte pierde su sentido si no hay "lucha", la competitividad hace referencia al otro, mientras que la lucha también hace referencia a uno mismo. Cuando uno vence al otro, el espíritu competitivo se hunde pues es el espíritu luchador el que se siente vencedor cuando ha dado todo lo que podía, incluso aunque no haya derrotado al opuesto. No se trata de ser mejor que nadie, llegar antes, correr más rápido, meter más goles, nadar mejor, etc. Se trata de demostrarse a uno mismo que puede llegar a hacerlo, de recorrer un camino de autoconocimiento físico y psíquico, de concentración y astucia. Se trata de saber POR QUÉ lo haces pero sobre todo CÓMO lo haces.
Nos corresponde a padres y educadores entender primero por nosotros mismos y luego, hacer llegar a nuestros deportistas mayores y pequeños que, solo cuando disfrutas de lo que estás haciendo porque te gusta, cuando trabajas por superar tus límites, cuando vives y trasmites tu pasión, el resultado final siempre será positivo (se consiga o no la excelencia), consecuencia de un trabajo realizado de manera correcta.
Disfruta, vive y ama lo que haces. Todo lo demás viene por añadidura!
Disfruta, vive y ama lo que haces. Todo lo demás viene por añadidura!
Paloma