Al Rescate de lo Primitivo

La representación gráfica de la evolución del hombre habla por si sola. Ese mismo hombre que deambulaba cazando/recolectando durante cientos de miles de años antes de caer dormido delante de la televisión con una bolsa de patatas fritas y un refresco en las manos. Conviene recordar de dónde venimos, conviene mantener y retomar la esencia de la naturaleza humana, más aún, debería conmovernos la dirección a la que nos conduce la sociedad moderna (obesidad, sedentarismo, consumismo,...). Me siento representada en esa debilidad patente ante el menor síntoma de frío, calor, hambre o peligro. Nuestro cuerpo fue creado para resistir todas esas molestias y así lo hacíamos. Podemos modificar nuestro estilo de vida tomando lo mejor de nuestros antepasados y lo mejor del presente para vivir y encontrarnos mejor. 

Somos capaces de regular nuestra temperatura nosotros mismos, una cualidad que estamos perdiendo rápidamente. Incluso antes de que haga frío en invierno, ya encendemos la calefacción y antes de que el calor nos moleste, tenemos el aire acondicionado funcionando a pleno rendimiento. Lo cierto es que el cuerpo se hace mucho más resistente cuando lo expones al calor y al frío regularmente, de hecho, es más saludable. Está comprobado que se "pillan" menos resfriados y gripes pero además, como recompensa se pierde peso. 

Nuestros ancestros caminaban, trepaban, reptaban, escalaban durante horas, conocían cada secreto de la naturaleza, sabían mirar al cielo e interpretar, conocían las plantas, sus aplicaciones, lo venenoso y en definitiva, estaban conectados y en sintonía con la naturaleza, tomaban de ella únicamente lo que les hacía falta. Hoy día, la sobreexplotamos y la maltratamos. ¿Quién de nosotros sería capaz de sobrevivir en plena naturaleza durante varios días seguidos?. Todavía nuestros abuelos podrían darnos mil lecciones y por qué no, podríamos tomar nota, salir y aprender. 

Nuestros antiguos ancestros no iban con comida y agua todo el día. Estaban programados para la escasez y nosotros también, en esencia. Al vivir en la naturaleza sabían que tenían que ahorrar comida y agua, por lo que se veían obligados a pasar sin comer varios días o encontraban una fuente que se había secado. Y a pesar de todas las limitaciones que tenían eran fuertes y activos. Hoy día, no solo estamos sobrealimentados, sino que no dejamos descanso a los intestinos, saturándolos al menor indicio de hambre o sed. De igual manera que el cuerpo se adapta al frio y al calor, también si aprendemos a posponer el hambre y la sed. Cuanto más aguanto y me acostumbro a la sensación de hambre y esa sequedad en la garganta, menos me molestarán. Es el momento en el que entran a debate temas como las recomendaciones sobre el frio y el calor, hacer varias comidas y beber abundante líquido al día. No quiero entrar en este debate porque a debate en realidad, lo está todo. Se trata únicamente de una reflexión y en mi caso una realidad el hecho de que, en base a lo escrito:
Montaje: cortesía de Mauricio Muñoz
  • Me he hecho más fuerte tras pasar mucho frio y calor en las pruebas deportivas que he ido haciendo a lo largo de los años, consiguiendo que mi cuerpo se adapte mucho mejor a los cambios bruscos de temperatura y por tanto, menos resfriados y gripes.
  • Me siento feliz y energetizada cuando entro en movimiento en plena naturaleza, ya sea en bici, andando o corriendo, siendo la conexión con la naturaleza el combustible para el cuerpo y el espíritu (ver entrada anterior).
  • No necesito tantas cosas para sentirme bien, ni versiones actualizadas de tecnologías o materiales. Es lo que nos han hecho creer para seguir enganchados en la sociedad de consumo y de inmediatez para todo.
Comprobado queda que el movimiento está en nuestra naturaleza. Su ausencia es el principio de la enfermedad y el debilitamiento del espíritu. Cogiendo todo lo bueno que tenemos en el presente pero rescatando al mismo tiempo la esencia primitiva: 

Seamos todos más salvajes, salgamos a la naturaleza a correr, pedalear, saltar, andar, conozcamos sus secretos y por supuesto, enseñemos y aprendamos a amarla y respetarla porque es la que nos sustenta y nos mantiene.

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